viernes, 28 de febrero de 2014

Día 3: Los primeros supervivientes

 
Hoy era el día en que me aventuraba en territorio comanche. El amigo que me recomendó el juego y yo quedamos para irnos de caza ahora que los dos estábamos bien equipados.

Desde el principio empezamos con mal pie. Estuvimos más o menos 2 horas intentando encontrarnos por culpa de una brújula estropeada que me hizo dar vueltas y vueltas alejándome más de lo que estábamos cuando comenzamos a jugar. Al final estaba tan lejos, que me planteé suicidarme y empezar de cero que recorrer todo de vuelta.

El punto de encuentro decidimos que fuese un bosque de los alrededores del aeropuerto, una zona bastante peligrosa, ya que allí es uno de los pocos puntos donde suelen poderse encontrar balas y armas de fuego. Sabíamos que no era una decisión del todo inteligente, pero nos pareció la vía más rápida y estábamos cansados de esperar.

Mi compañero fue el primero en llegar. Decidió apostarse tumbado entre los matorrales y los árboles, vigilando desde allí el aeropuerto por si teníamos compañía y entonces ocurrió lo inevitable. Empezamos a escuchar disparos los dos, pero no sabíamos cuál de los dos éramos el objetivo, pues estábamos todavía un poco lejos. El primer impacto que recibió mi compañero nos quitó la duda y el segundo le dejo inconsciente.

Llegue unos 5 minutos después, bastante acojonado todo sea dicho, y para mi sorpresa conseguí pillarlos por la espalda. Uno de ellos estaba apostado tumbado, vigilando el aeropuerto y le vacié lo que me quedaba de cargador, que debieron ser 4 balas. Juraría que le impacte con todas, pero creo que le dí en las piernas o la mochila le ofreció cobertura. Quedó medio muerto, y desde mi posición le veía sangrar, pero se me había acabado el cargador y no tenía listo otro.

Me puse nervioso y me lancé con mi hacha de bomberos, el mejor arma cuerpo a cuerpo del juego, y cuando estaba a punto de rematarle, me cruce de bruces con el segundo superviviente. Metí una cadena de hachazos al aire a lo loco que no dieron en el blanco ni de lejos y huí, metiéndome entre la maleza cercana para que me ofreciese ocultación.

Nada más se supo de nuestros rivales. Cuando volví a salir, a los 2 o 3 minutos de intentar verlos tumbado, ya no estaban. Se largaron del bosque con las mejores provisiones de mi compañero y una promesa de venganza por nuestra parte.

Vuelta a empezar. Esta vez no era yo el muerto pero acompañé a mi amigo a rearmarse y después de 2 o 3 horas más, lo dejamos. He aprendido bastantes cosas de la experiencia. La primera, es no fiarme de una brújula estropeada y sí más de mi propia orientación espacial. La segunda es no fiarme nunca de que estoy a cubierto, nunca sabes quién puede estar a tu espalda. La tercera y no por ello menos importante, es intentar no tener nunca el sol de frente en el campo porque te ciega bastante la visión y no verás a tus rivales cercanos.  Mi compañero creo que además, aprendió la importancia de la ropa de camuflaje.

Llevo 2 días enteros, unas 8 horas de juego, sin morir y me lo estoy pasando de vicio. Espero que mis experiencias os guste a alguno lo suficiente como para animarse a probar este gran juego, os aseguro que merece la pena.

2 comentarios:

  1. Y otra cosa que has aprendido... hay que apuntar a la cabeza no solo a los zombies xD

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  2. Además que sí, imprescindible XD

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